martes, 1 de septiembre de 2015

DESEOS DE COSAS IMPOSIBLES

¿Y si todo volviera a ser como antes? ¿Y si nada hubiera cambiado? No son ya los cambios, era la comodidad de saber qué hacer o cómo responder en cada momento. Era el saber reaccionar, el saber contestar, el saber manejar las situaciones que ahora se antojan inabarcables. Más que nostalgia, rutina. Más que rutina, normalidad. Hasta tropezar con la piedra de siempre sería señal de que todo sigue igual. Sin embargo, los cambios nunca vienen solos. Algunos traen soledad y otros traen una vida social agitada. Algunos traen tristeza y otros una alegría que parecía antes inimaginable. Quizás, hay cambios agridulces. Cambios de una de cal y otra de arena. Cambios con días buenos y cambios con días malos. Quizás todos los cambios sean iguales. ¿Y si todo volviera a ser como antes? No sería la vida que te ha tocado vivir. Y vivir, puede ser, no sea más que ir de cambio en cambio.

miércoles, 17 de junio de 2015

ACTITUD POSITIVA

Muchas veces nos ahogamos en un vaso de agua. Otras, salimos a flote en medio de un océano. Me hace gracia oír a la gente sobre la actitud que uno tiene que tener frente a según qué situaciones. Por suerte o por desgracia, he tenido que escuchar durante mucho tiempo qué era lo mejor que podía hacer para estar bien. Y, muchas veces, los consejos venían de personas que no habían pasado por lo mismo. Y, aunque hubieran pasado por lo mismo, las circunstancias de cada uno son completamente diferentes. Quizás es que soy malísima dando consejos y, por ende, soy peor aún recibiéndolos.
Parece que cuando pierdes a alguien y te enfrentas a la realidad, lo asumes y entiendes que seguir viviendo no es sinónimo de olvidar, es ser fuerte. Que cuando tienes un problema y tienes que ir al hospital y no vas haciéndote el moribundo desgraciado por ahí, es que eres fuerte. Y yo no me considero una persona fuerte, más bien, me considero una persona realista. Si siempre te pones en lo peor, lo que te pasa no siempre llega al nivel de ser motivo de preocupación. Entonces escojo no preocuparme. Tengo mis días, como es normal.
A veces es complicado, sobre todo cuando la preocupación está en el aire y parece que todo el mundo está preocupado. Entonces creo que lo único que puede salvar cualquier situación es ser positivo. Y reírse de uno mismoEmoticono grin. Así que invito a todo el mundo a que sea positivo y se ría de sí mismo...

lunes, 26 de enero de 2015

Soñadores y realistas

Resulta fácil, para muchísima gente, imaginarse que cualquier cosa es posible. Soñadores que ven cualquier momento bueno para dejar volar su imaginación. Para los que cualquier ocasión es perfecta para inventar un mundo paralelo donde todo es posible. Quizás, los que no hagan eso, están más lejos de conseguirlo o, por el contrario, al estar más cerca de la realidad, consiguen antes las cosas. A veces, tan solo a veces, me cuesta elegir si es mejor ser soñador o realista. Soñadores que se creen en una realidad mejor o realistas que saben que lo ven es lo que hay, sin más.

Soñar como vía de escape de todo lo malo... Realismo como aceptación de lo que nos ha tocado vivir. Soñar con ser mejor o trabajar para poder llegar a serlo. Soñar que el amor es perfecto o aceptar que las imperfecciones siempre estarán ahí. Soñar que vendrán tiempos mejores o asumir que la situación puede que no mejore. Soñar que llegará quien sea que tenga buenos propósitos o admitir que nadie se merece la confianza que está pidiendo.

En algunos momentos, hay realidades muy alejadas de la propia realidad y también sabemos que los sueños se vuelven pesadillas en milésimas de segundo. Entonces, ¿Qué es mejor? ¿Merece la pena pasarse la vida añorando cosas que jamás pasaron ni pasarán? ¿La mejor opción es ver las cosas tal y como son?

Podría ser una opción que ambas clases intercambiaran sus papeles un tiempo. Soñadores, bajen de sus sueños y dejen a los realistas soñar un futuro mejor. Realistas, dejad a los soñadores una realidad que os atormenta y reconforta a partes iguales, para que descubran el placer que hay en no ver más allá de lo que hay. Soñadores buscando una realidad fuera de un realismo que acaba por llegar. Realistas sin tregua, que creen que soñar es algo parecido a un suicidio social...

Y que no haya más opción: sueño o realidad... Y la paradoja es que cuando los sueños se rompen dejamos de soñar, aunque solo sea por un tiempo. Y cuando la realidad nos sorprende y pasa algo inesperado, creemos que quizás estaría bien tener la licencia, de vez en cuando, de poder soñar.

Puede que sueño y realidad estén tan cerca que se puedan volver la misma cosa. Puede que, por el contrario, estén tan lejos que sea un imposible que anden de la mano. Y lo peor de todo es que ni unos ni otros terminan por ser felices del todo. Los sueños se rompen a diario y la realidad también se nos termina rompiendo en la cara sin, ni en un ni otro caso, podamos hacer nada.


viernes, 9 de enero de 2015

Matar en el nombre de Dios

Desde pequeña he tenido el mismo problema: siempre estoy en contra de lo que dice la gente. No soy capaz de entender a las personas con pensamientos extremos, de cualquier tipo, que son capaces de todo con tal de hacer ver sus ideas. No creo que mis ideas valgan más que las ideas de otro y, no estar de acuerdo con algo, no significa no respetarlo. Entender ciertas situaciones no es lo mismo que justificar ciertos comportamientos. Creo que en la libertad por encima de todo y no me siento atada a ninguna religión ni a ningún partido político.

Cada vez que discutía con mi padre sobre religión me decía que una cosa era la Iglesia y otra, muy distinta, los miembros de la Iglesia. Jamás estuve de acuerdo, pero entendía lo que quería decir, a pesar de que, con el paso de los años, me hubiera tenido que dar la razón en muchos asuntos... El caso es que no lo entiendo. No entiendo que en su día se matara en nombre de Dios y que hoy en día, se siga matando en nombre de Dios. Mira, matar por tu madre, por tu padre, por tus hijos...pero por Dios... Me parece ridículo, sin ánimo de ofender a nadie. 

Matar por algo que no ves. Por algo que no puedes tocar. Matar por algo a lo que das gracias por las cosas buenas, pero a lo que nunca haces responsable de lo malo que te pasa. Matar por algo con la esperanza de tener una recompensa en un lugar que ni siquiera sabes que existe. A lo mejor yo soy muy lista y necesito ver par a creer. A lo mejor hay mucho tonto que se cree cualquier cosa. O, a lo mejor, el ser humano necesite este tipo de cosas para darle un sentido a su vida. No lo sé. A veces me gustaría creer más de lo que creo, sentir más de lo que siento, ser menos práctica... La única vez que he visto lo que era la fe fue una vez en Lourdes mientras llevaba a una chica en silla de ruedas. Si hubierais visto su cara, sabríais de lo que hablo. Ojos llenos de esperanza, sabiendo que la realidad no mejoraría, pero creyendo que sí habría algo mejor en algún lugar, pero nada de un paraíso de hombres desnudos. Era una fe que no justificaba lo injustificable. Era una fe que se resignaba. 

Pero que haya locos matando en nombre de Alá y así serán mártires y se irán vete tú a saber dónde y allí tendrán todas las mujeres que quieran...Yo que sé, es que no lo acabo de ver. Pero que consigan poner a la población en contra de una religión... Vamos a ver, no seré yo quien defienda a los musulmanes porque hay cosas que no me entran en la cabeza ni me entrarán, como hay cosas que no me entran en la cabeza de la religión católica, salvando las diferencias. Pero yo no creo que la guerra santa sea cosa de todos los musulmanes. No creo que todos sean responsables, que todos formen parte de la Yihad, ni que todos tengan que justificar lo que está pasando, defenderse o pedir disculpas. Ni siquiera estaba de acuerdo con el #Noinmyname, en absoluto. 

No es justo mezclar las cosas y crear aún más odio. Y digo aún más odio porque odio siempre ha habido y siempre habrá. Pero si todos los vascos no eran etarras, no entiendo cómo todos los árabes son musulmanes y todos los musulmanes son islamistas y todos los islamistas son yihadistas.. Que dan miedo las situaciones que se están viviendo, claro que sí. Que España está en alerta y hay que echarle la culpa a alguien más allá de esos locos... Pero que paguen justos por pecadores me parece demasiado. 

Si lo que querían era callar a los de Charlie Hebdo, han fracasado. También es gracioso que políticos españoles hablen de libertad de expresión, porque la ley Mordaza es cojonuda en cuanto a libertades se refiere...pero en fin, quién quiera echar la culpa al islam de todo esto y crea que los musulmanes tienen que pedir perdón, que empiecen disculpándose por todas las barbaridades que se han hecho a lo largo de los siglos en nombre de su religión, sea cual sea, seguro que por algo se tendrán que disculpar. Que la religión no siempre se elige y depende mucho del sitio donde nazcas, que eso no se nos vaya a olvidar.... 



miércoles, 7 de enero de 2015

Encadenados


Al trabajo, al amor, a la amistad, a la familia, a la vida. A veces, casi sin darnos cuenta, vivimos encadenados a cualquier cosa. Otras veces, sentimos la necesidad de encadenarnos a algo, algo que en ese momento nos falta. Ojalá la vida fuera tan fácil como encadenarse a cualquier cosa. Ojalá el amor fuera ir a un puente, poner un candado y tirar la llave. Aunque, de ser así, sé de muchos que ahora mismo estarían buscando en el fondo de cualquier río la maldita llave. Y es que no creo que sea bueno encadenarse, aunque tampoco sé si puedo decir que no estoy encadenada a nada.

La dependencia es una manera de encadenarse. De hecho, es la más común. No ya la dependencia emocional, sino la dependencia económica. Lo que pasa es que se mezcla todo y se llega a un punto en el que no se sabe diferenciar. Yo defiendo la independencia por encima de todo. Para uno poder complementar a otra persona, tiene que ser independiente en todos los sentidos, por lo menos en la medida de sus posibilidades. Tener sus propios amigos, sus propios ingresos, sus propios gustos, sus propias conversaciones... No se trata de no querer a alguien, pero nadie es eterno. La persona que tienes al lado no va a estar ahí siempre, entonces hay que ser más egoístas.

Hay que quererse y cuidarse, formarse e independizarse en muchos sentidos. Se puede seguir un camino junto a alguien sin tener que depender de esa persona. Uno quiere alguien en quien apoyarse y que le apoye, alguien que tire de él y de quien tirar. No una carga. Y no me refiero a una carga económica por ejemplo, sino una encarga emocional. Uno quiere una unión sana, no una cadena.

Entiendo que, no ya mi generación, sino generaciones anteriores a la mía, tienen una visión de la vida diferente. Pero, como defensora de la felicidad por encima de todo, opino que no merece la pena. Yo vivo mi vida y en ese vivir mi vida, vivo con alguien. No quiero vivir por nadie, para nadie, la vida de nadie ni que nadie viva la mía. Yo soy yo de manera individual, no soy el complemento de nadie.

Creo que nunca es tarde para romper cualquier cadena. No  hay candado sin llave, aunque uno pierda la vida buscando la llave, hay que buscarla. Porque es una tontería perder la vida por otra persona. Es como aquellos que se pasan la vida cuidando de sus padres. Es muy sacrificado, elogiable, pero dejan de vivir. Yo, antes de que me tomen por un héroe o por alguien a quien admirar, quiero vivir. Una cosa es cuidar de unos padres y, otra, es hacer de eso tu vida. Una cosa es jugar a ser la madre y mujer perfecta y, otra, es solo hacer eso sin más.

La verdad es que soy muy crítica con ese tipo de decisiones porque yo no sería capaz. Supongo que uno va poco a poco. O, ni siquiera se da cuenta de que está dejando, poco a poco, de vivir. Y, aunque es fácil decirlo, esas cadenas no son fáciles de romper. Pero he visto a quien puede. He visto a yonkis de una relación zanjarla y empezar a vivir para ellos mismos. He visto a amas de casa hartas de vivir la vida de sus maridos o de esperar en casa con la mesa puesta que han empezado a vivir o que, directamente, han cogido la puerta y se han ido. He visto a personas decidir que su felicidad iba por otro camino y que han tenido el valor de hacerlo.

Pero es que, visto desde el otro lado, tampoco es fácil. Es decir, que alguien dependa de ti no es algo agradable. Vale que, en algunas cosas, te pida ayuda, pero que te haga sentir que sin ti no puede hacer algo... eso, lejos de hacerte sentir bien, termina por agobiarte.

Hay demasiados candados en demasiados puentes del mundo que no significan nada, pero que parecen querer encadenar todo el amor del mundo... Yo, me quedo con el amor sin cadenas, con la amistad sin ataduras, con la familia que uno elige. Yo, me quedo, por encima de todo, con mi vida.

viernes, 19 de diciembre de 2014

Cada uno escoge la cuchara con la que quiere comer

Lo decía mi abuela y es una de las frases más sabias que he escuchado en mi vida. Está claro que en la vida hay que elegir, de hecho, la vida en sí no es más que una sucesión de elecciones, buenas o malas, que nos hacen ser quienes somos y llegar a donde llegamos. En este caso, mi abuela la utilizaba para hablar de la elección de la pareja. Cada uno escoge la cuchara con la que quiere comer y asumirá las consecuencias de su elección. Pero no hay que conformarse, ni siquiera creo que mi abuela creyera que uno tenía que conformarse cuando la decisión tomada no era la acertada.

Si tengo claro que cada uno escoge con quien quiere andar por la vida y mi abuela, una mujer de otro tiempo y con otra vida totalmente diferente a la mía lo tenía claro, no entiendo que haya gente de mi edad o más pequeños que yo, que puedan pensar de una manera tan cerrada, iba a decir de una manera conservadora, pero es que el término conservador muchas veces viene a englobar toda una serie de "mierdas" que se conservan, y no estoy de acuerdo.

Es decir, a veces es más fácil ponernos a hablar sobre la vida de la gente sin llegar a mirar del todo nuestra vida. Yo soy muy crítica conmigo misma, pero también me quiero por encima de todo. Sé cuando hago las cosas mal y sé cuando es mejor obviar ciertas verdades, aunque muchos no se lo crean. Cada uno escoge su camino y cada uno decide quién va de su mano en ese camino. No solo me refiero a la hora de escoger pareja, también pasa con los amigos o la familia.

Hubo un tiempo en el que yo tenía muchísimos amigos y lo digo de verdad, jaja, me creía súper feliz porque pensaba que el número estaba, muchas veces, por encima de la calidad. Sentía que mis amigos, todos ellos, iban a estar ahí para siempre. Venían a mis cumpleaños y me apoyaban cuando me hacía falta. Eso es lo que creía. La realidad fue que con el paso y las cosas que pasan en la vida, pues uno empieza a ver diferencias; uno empieza a no sentirse valorado ni a valorar; uno empieza a sentir que no se le respeta y tampoco respeta; uno decepciona y se decepciona a partes iguales; uno se aleja y deja que los demás se alejen y, al final, uno se queda con los que, posiblemente, fueran los de verdad.

Pero últimamente he estado pensando en una cosa que no creo que sea ninguna tontería. Si yo tuve un problema con alguien en el año 2006 por ejemplo, tuve el problema con lo que esa persona era en 2006, posiblemente, en 2014/2015 esa persona poco tenga que ver con quien era hace 9 años. A mí me pasa, poco tengo que ver con la persona que era hace 9 o 10 años La gente toma decisiones que no siempre son las acertadas, pero nosotros mismos también lo hacemos. Otra cosa es que haya gente que nunca te haya importado del todo y que encima te da problemas, no me refiero a ese tipo de gente. Digo la gente importante, esa que estuvo cuando te hacía falta y que después, por cosas de la vida, ya no está. Porque esa sensación de enfado, al final se va.

Bueno, que me desvío del tema. La cosa es que cada uno tiene que elegir su camino sin pensar en los demás. Porque me hace mucha gracia esa gente que te da consejos, y me incluyo, y se cree que puede juzgar que tú no los sigas al pie de la letra. El único consejo que desde años me permito el lujo de dar es simplemente que uno busque su felicidad. Porque somos felices de manera individual, y eso es un hecho. A mí me puede hacer más o menos feliz que tú estés con quien quieres, por ejemplo, pero lo que tendría que hacerme feliz es estar con quien yo quiera. Entonces, cuando veo las manifestaciones en contra de lo diferente, me pregunto que si de verdad piensan así. Es decir, en una manifestación a favor de la familia, de la familia de toda la vida: padre, madre e hijos. En esa manifestación van las familias, "normales", y piden que todas las familias sean como la suya. Pero, qué le importa a esa fulana o fulano, que se ha casado, supuestamente, con quien ha querido y que ha podido tener a sus hijos, los que haya querido, lo que hagan los demás. Es decir, cada uno puede defender lo que quiera, pero de ahí a pretender que todo el mundo sea feliz de una manera determinada es otra cosa. Es decir, yo soy una persona "normal" con gustos "normales" y soy feliz de una forma "normal" y entonces voy y me manifiesto para que todos tengan, por cojones, que ser felices de una manera "normal". ¿Algo así? Oiga, ¿Hay algo más aburrido que lo normal?

Yo, en un futuro, quiero ser madre y me gustaría que mis hijos fueran felices. No quiero hijos normales. Quiero hijos felices. Si el día de mañana soy madre y tengo una hija que no se siente mujer, haré todo lo posible para que sea feliz, aunque tenga 6 años y eso no sea "normal". Si resulta que mi hijo se enamora de otro chico, no seré yo quien entre a juzgarlo, todo lo contrario, me comeré a quien sea capaz de decirle lo más mínimo. Si mi hija no se siente chica y se siente atraída por los hombres, pero quiere ser un hombre también lo entenderé. ¿Cómo no lo voy a entender? Si yo lo que no puedo entender es que alguien este con una persona que le pega. Yo no entiendo a los curas o no curas que abusan de niños. Yo no entiendo a los que destruyen a una familia por no haber sido capaces de decir lo que sentían o cómo se sentían. Yo no entiendo a los asesinos o a los  que matan por ideologías, que no por ello son menos asesinos. Yo no entiendo a los que roban miles de millones sin necesidad ninguna. Pero, cómo no voy a entender que alguien quiera ser feliz.

Resulta que lo mejor es ser "normal" y un infeliz. Lo mejor es que las parejas homosexuales, Dios me libre de llamarlo matrimonio que aún no sé ni cómo se han atrevido a incluirlo dentro del matrimonio "normal", pues eso que las parejas homosexuales no puedan adoptar es lo más acertado, porque total, ¿Cuántos niños hay que no tienen a nadie? ¿Miles? Bueno, así por lo menos serán más normales. Y cuando tengan que salir del centro de menores con 18 años y una mano delante y otra detrás, después de haber tenido que convivir con otros niños venidos de parejas normales con una vida poco recomendada para un niño, después de haber tenido que pasar Navidades solos, después de haber sido apartados por la sociedad, seguro que ese niño tendrá más porvenir que el que se haya criado en un ambiente "anormal" con un matrimonio homosexual. Si, tiene mucho sentido. Me gustaría que todos aquellos que están en contra de las adopciones homosexuales se fueran a adoptar un niño o se dieran, al menos, un paseito por un centro de menores.

Así que esa es mi conclusión de hoy. Dejemos ya de una vez que cada uno sea libre de escoger con quién pasar el resto de su vida, siempre y cuando no le haga daño a nadie. Dejemos a cada uno ser quien verdaderamente quiere ser. Si lo importante es la persona, da igual lo que ponga en su DNI y con quien se quiera acostar. Es muy fácil pedir respeto cuando uno no es capaz de respetar. Así que respetémonos, si al final la vida es tan sumamente corta, que debería de importarnos una carajo lo que piensen los demás y  mandar al carajo al que defienda tanta normalidad.

lunes, 15 de diciembre de 2014

Hablándole a nadie

Esta mañana mientras iba en el metrocentro se me ha sentado una señora al lado. Al principio, la señora ha comenzado a decir que qué suerte había tenido al encontrar un asiento libre. Después ha estado unos segundo mirándome y sonriéndome. Así que como tampoco tenía nada mejor que hacer, le he sonreído. Entonces la señora, al ver que llevaba el móvil en la mano ha comenzado a hablar. "Tanta tecnología y tanto internet, para que después le den a una dos citas el mismo día a la misma hora, ¿Te lo puedes creer?. Las dos a las 12.24, qué poca vergüenza. Menos mal que lo he podido solucionar y he ido al primer especialista a las 8 y ahora voy al otro". La miro y asiento. Ella se calla, me mira y vuelve a lo suyo. "Al endocrino, al del estómago... y mira esto que tengo aquí, que le he dicho al dermatólogo que estoy ya vieja de por sí, como para que encima no me arregle esto (señalándose una cicatriz cerca de la boca), porque de verdad que no entiendo que esto tarde tanto en cicatrizar...". "Bueno, no se nota mucho", le digo y vuelvo a lo mío. La mujer, insiste: "¿Han dicho ya algo de la subida de sueldos? Esta España fatal. Esta mañana me monté en el autobús y estaba lleno de viejos y me han entrado ganas de llevarme a todos los viejos a andar. Porque ya estoy torpe, y eso que no soy tan mayor, que tengo 64 años, pero este verano en la playa no podía meterme en el agua porque me llevaban las olas. Y mi tía tiene cerca de 90 años y entra y sale estupendamente. También es que ella vive allí y yo lo que tengo que hacer es salir a andar porque así se refuerza el músculo".

Ya viendo que no me iba a dejar en paz hasta llegar a Plaza Nueva, he dejado el móvil y me he rendido a la conversación con la buena señora. "Bueno, tan torpe no estará", entonces ya cansada de ese tema, me mira y añade: "Oye nena, que día tan bueno hace, ¿eh?. Un calor...Pero es que esto es lo que pasa en Sevilla, que caen dos gotas y como hay tanta humedad, pues vuelve el calor. Yo que ayer estaba en mi casa 'arrecía', y hoy que me sobra la chaqueta y todo". Y antes de que me diera tiempo a contestar, un señor hablaba con otro sobre lo bueno que era su teléfono móvil, entonces mi amiga, no ha tenido más remedio que intervenir. "Pero ese teléfono tiene que ser caro". El hombre la mira y le dice: "Que va, esto ya lo regalan". Una mujer que estaba ya preparada para salir, se gira hacía los dos y dice: "Si, los regalan y hay millones haciendo cola". Entonces mi amiga la mirad y dice: "Si, colas de gilipollas, ¿no?". Y las dos se ríen.

La mujer se baja en Archivo de Indias y mi amiga, no contenta con estar callada vuelve a mí. "Es que se están riendo de nosotros, ¿lo sabes?. De Guindos, ese se está quedando con nuestro dinero. Bueno, ese y todos los demás, que solo hacen gastarse el dinero en putas. Pero bueno, eso ya lo decía mi abuelo, que la jodienda no tiene enmienda, y en putas que se lo estarán gastando, porque sino es que no lo entiendo. Ayer en el teletexto que vi lo de que se había acabado lo de las tarjetas esas, si es que a mí me dan igual las tarjetas, ¿sabes?, si yo lo que quiero es que dejen de gastarse mi dinero en putas". La miro ya sonriendo y ella me sonríe también. "¿Pero solo en putas?" le digo, y ella vuelve a lo suyo, "Todo todo todo en putas, lo que yo te diga. Lo de la jodienda de mi abuelo es la única verdad...Sin ir más lejos, él que era de Cádiz y que eran 24 hermanos...". "¿24 hermanos?" le pregunto. "Si si, 24, 12 de una madre y otros 12 de otra. Y eran pudientes, pero al final se lo gastaron todo en fiestas". "Hombre, teniendo 24 hijos tenían que ser pudientes", le digo extrañada. "Si, pero ya te digo, que se lo gastaron todo, porque no les gustaba trabajar, solo las fiestas". Entonces, antes de llegar a Plaza Nueva la mujer se levanta, me mira y me dice: "Bueno miarma, pues así hablando se me ha olvidado lo 'estresaíta' que estaba hoy. Feliz Navidad y a ver si en 2015 se van menos de putas y nos suben ya la pensión".

Así que mi conclusión de todo esto, además de que puedo estar más o menos de acuerdo en lo del dinero invertido en sitios de lucecitas, es que hay muchísima gente por ahí con muchísimas ganas de contar cosas sin tener a quién contárselas. Y eso me ha dado un poco de pena, aunque no fuera el caso de esta mujer, que la verdad es que no tenía pinta de andar muy sola por la vida, pero si es la realidad para muchas personas mayores y no tan mayores. Y no porque sea Navidad es más triste, porque no dejan de ser unos días más. En fin, yo encantada, porque si hay algo que me gusta más que hablar, que me gusta bastante, es escuchar y, si encima es a personas así que podrían arreglar el mundo en dos minutos, más todavía.