viernes, 19 de diciembre de 2014

Cada uno escoge la cuchara con la que quiere comer

Lo decía mi abuela y es una de las frases más sabias que he escuchado en mi vida. Está claro que en la vida hay que elegir, de hecho, la vida en sí no es más que una sucesión de elecciones, buenas o malas, que nos hacen ser quienes somos y llegar a donde llegamos. En este caso, mi abuela la utilizaba para hablar de la elección de la pareja. Cada uno escoge la cuchara con la que quiere comer y asumirá las consecuencias de su elección. Pero no hay que conformarse, ni siquiera creo que mi abuela creyera que uno tenía que conformarse cuando la decisión tomada no era la acertada.

Si tengo claro que cada uno escoge con quien quiere andar por la vida y mi abuela, una mujer de otro tiempo y con otra vida totalmente diferente a la mía lo tenía claro, no entiendo que haya gente de mi edad o más pequeños que yo, que puedan pensar de una manera tan cerrada, iba a decir de una manera conservadora, pero es que el término conservador muchas veces viene a englobar toda una serie de "mierdas" que se conservan, y no estoy de acuerdo.

Es decir, a veces es más fácil ponernos a hablar sobre la vida de la gente sin llegar a mirar del todo nuestra vida. Yo soy muy crítica conmigo misma, pero también me quiero por encima de todo. Sé cuando hago las cosas mal y sé cuando es mejor obviar ciertas verdades, aunque muchos no se lo crean. Cada uno escoge su camino y cada uno decide quién va de su mano en ese camino. No solo me refiero a la hora de escoger pareja, también pasa con los amigos o la familia.

Hubo un tiempo en el que yo tenía muchísimos amigos y lo digo de verdad, jaja, me creía súper feliz porque pensaba que el número estaba, muchas veces, por encima de la calidad. Sentía que mis amigos, todos ellos, iban a estar ahí para siempre. Venían a mis cumpleaños y me apoyaban cuando me hacía falta. Eso es lo que creía. La realidad fue que con el paso y las cosas que pasan en la vida, pues uno empieza a ver diferencias; uno empieza a no sentirse valorado ni a valorar; uno empieza a sentir que no se le respeta y tampoco respeta; uno decepciona y se decepciona a partes iguales; uno se aleja y deja que los demás se alejen y, al final, uno se queda con los que, posiblemente, fueran los de verdad.

Pero últimamente he estado pensando en una cosa que no creo que sea ninguna tontería. Si yo tuve un problema con alguien en el año 2006 por ejemplo, tuve el problema con lo que esa persona era en 2006, posiblemente, en 2014/2015 esa persona poco tenga que ver con quien era hace 9 años. A mí me pasa, poco tengo que ver con la persona que era hace 9 o 10 años La gente toma decisiones que no siempre son las acertadas, pero nosotros mismos también lo hacemos. Otra cosa es que haya gente que nunca te haya importado del todo y que encima te da problemas, no me refiero a ese tipo de gente. Digo la gente importante, esa que estuvo cuando te hacía falta y que después, por cosas de la vida, ya no está. Porque esa sensación de enfado, al final se va.

Bueno, que me desvío del tema. La cosa es que cada uno tiene que elegir su camino sin pensar en los demás. Porque me hace mucha gracia esa gente que te da consejos, y me incluyo, y se cree que puede juzgar que tú no los sigas al pie de la letra. El único consejo que desde años me permito el lujo de dar es simplemente que uno busque su felicidad. Porque somos felices de manera individual, y eso es un hecho. A mí me puede hacer más o menos feliz que tú estés con quien quieres, por ejemplo, pero lo que tendría que hacerme feliz es estar con quien yo quiera. Entonces, cuando veo las manifestaciones en contra de lo diferente, me pregunto que si de verdad piensan así. Es decir, en una manifestación a favor de la familia, de la familia de toda la vida: padre, madre e hijos. En esa manifestación van las familias, "normales", y piden que todas las familias sean como la suya. Pero, qué le importa a esa fulana o fulano, que se ha casado, supuestamente, con quien ha querido y que ha podido tener a sus hijos, los que haya querido, lo que hagan los demás. Es decir, cada uno puede defender lo que quiera, pero de ahí a pretender que todo el mundo sea feliz de una manera determinada es otra cosa. Es decir, yo soy una persona "normal" con gustos "normales" y soy feliz de una forma "normal" y entonces voy y me manifiesto para que todos tengan, por cojones, que ser felices de una manera "normal". ¿Algo así? Oiga, ¿Hay algo más aburrido que lo normal?

Yo, en un futuro, quiero ser madre y me gustaría que mis hijos fueran felices. No quiero hijos normales. Quiero hijos felices. Si el día de mañana soy madre y tengo una hija que no se siente mujer, haré todo lo posible para que sea feliz, aunque tenga 6 años y eso no sea "normal". Si resulta que mi hijo se enamora de otro chico, no seré yo quien entre a juzgarlo, todo lo contrario, me comeré a quien sea capaz de decirle lo más mínimo. Si mi hija no se siente chica y se siente atraída por los hombres, pero quiere ser un hombre también lo entenderé. ¿Cómo no lo voy a entender? Si yo lo que no puedo entender es que alguien este con una persona que le pega. Yo no entiendo a los curas o no curas que abusan de niños. Yo no entiendo a los que destruyen a una familia por no haber sido capaces de decir lo que sentían o cómo se sentían. Yo no entiendo a los asesinos o a los  que matan por ideologías, que no por ello son menos asesinos. Yo no entiendo a los que roban miles de millones sin necesidad ninguna. Pero, cómo no voy a entender que alguien quiera ser feliz.

Resulta que lo mejor es ser "normal" y un infeliz. Lo mejor es que las parejas homosexuales, Dios me libre de llamarlo matrimonio que aún no sé ni cómo se han atrevido a incluirlo dentro del matrimonio "normal", pues eso que las parejas homosexuales no puedan adoptar es lo más acertado, porque total, ¿Cuántos niños hay que no tienen a nadie? ¿Miles? Bueno, así por lo menos serán más normales. Y cuando tengan que salir del centro de menores con 18 años y una mano delante y otra detrás, después de haber tenido que convivir con otros niños venidos de parejas normales con una vida poco recomendada para un niño, después de haber tenido que pasar Navidades solos, después de haber sido apartados por la sociedad, seguro que ese niño tendrá más porvenir que el que se haya criado en un ambiente "anormal" con un matrimonio homosexual. Si, tiene mucho sentido. Me gustaría que todos aquellos que están en contra de las adopciones homosexuales se fueran a adoptar un niño o se dieran, al menos, un paseito por un centro de menores.

Así que esa es mi conclusión de hoy. Dejemos ya de una vez que cada uno sea libre de escoger con quién pasar el resto de su vida, siempre y cuando no le haga daño a nadie. Dejemos a cada uno ser quien verdaderamente quiere ser. Si lo importante es la persona, da igual lo que ponga en su DNI y con quien se quiera acostar. Es muy fácil pedir respeto cuando uno no es capaz de respetar. Así que respetémonos, si al final la vida es tan sumamente corta, que debería de importarnos una carajo lo que piensen los demás y  mandar al carajo al que defienda tanta normalidad.

lunes, 15 de diciembre de 2014

Hablándole a nadie

Esta mañana mientras iba en el metrocentro se me ha sentado una señora al lado. Al principio, la señora ha comenzado a decir que qué suerte había tenido al encontrar un asiento libre. Después ha estado unos segundo mirándome y sonriéndome. Así que como tampoco tenía nada mejor que hacer, le he sonreído. Entonces la señora, al ver que llevaba el móvil en la mano ha comenzado a hablar. "Tanta tecnología y tanto internet, para que después le den a una dos citas el mismo día a la misma hora, ¿Te lo puedes creer?. Las dos a las 12.24, qué poca vergüenza. Menos mal que lo he podido solucionar y he ido al primer especialista a las 8 y ahora voy al otro". La miro y asiento. Ella se calla, me mira y vuelve a lo suyo. "Al endocrino, al del estómago... y mira esto que tengo aquí, que le he dicho al dermatólogo que estoy ya vieja de por sí, como para que encima no me arregle esto (señalándose una cicatriz cerca de la boca), porque de verdad que no entiendo que esto tarde tanto en cicatrizar...". "Bueno, no se nota mucho", le digo y vuelvo a lo mío. La mujer, insiste: "¿Han dicho ya algo de la subida de sueldos? Esta España fatal. Esta mañana me monté en el autobús y estaba lleno de viejos y me han entrado ganas de llevarme a todos los viejos a andar. Porque ya estoy torpe, y eso que no soy tan mayor, que tengo 64 años, pero este verano en la playa no podía meterme en el agua porque me llevaban las olas. Y mi tía tiene cerca de 90 años y entra y sale estupendamente. También es que ella vive allí y yo lo que tengo que hacer es salir a andar porque así se refuerza el músculo".

Ya viendo que no me iba a dejar en paz hasta llegar a Plaza Nueva, he dejado el móvil y me he rendido a la conversación con la buena señora. "Bueno, tan torpe no estará", entonces ya cansada de ese tema, me mira y añade: "Oye nena, que día tan bueno hace, ¿eh?. Un calor...Pero es que esto es lo que pasa en Sevilla, que caen dos gotas y como hay tanta humedad, pues vuelve el calor. Yo que ayer estaba en mi casa 'arrecía', y hoy que me sobra la chaqueta y todo". Y antes de que me diera tiempo a contestar, un señor hablaba con otro sobre lo bueno que era su teléfono móvil, entonces mi amiga, no ha tenido más remedio que intervenir. "Pero ese teléfono tiene que ser caro". El hombre la mira y le dice: "Que va, esto ya lo regalan". Una mujer que estaba ya preparada para salir, se gira hacía los dos y dice: "Si, los regalan y hay millones haciendo cola". Entonces mi amiga la mirad y dice: "Si, colas de gilipollas, ¿no?". Y las dos se ríen.

La mujer se baja en Archivo de Indias y mi amiga, no contenta con estar callada vuelve a mí. "Es que se están riendo de nosotros, ¿lo sabes?. De Guindos, ese se está quedando con nuestro dinero. Bueno, ese y todos los demás, que solo hacen gastarse el dinero en putas. Pero bueno, eso ya lo decía mi abuelo, que la jodienda no tiene enmienda, y en putas que se lo estarán gastando, porque sino es que no lo entiendo. Ayer en el teletexto que vi lo de que se había acabado lo de las tarjetas esas, si es que a mí me dan igual las tarjetas, ¿sabes?, si yo lo que quiero es que dejen de gastarse mi dinero en putas". La miro ya sonriendo y ella me sonríe también. "¿Pero solo en putas?" le digo, y ella vuelve a lo suyo, "Todo todo todo en putas, lo que yo te diga. Lo de la jodienda de mi abuelo es la única verdad...Sin ir más lejos, él que era de Cádiz y que eran 24 hermanos...". "¿24 hermanos?" le pregunto. "Si si, 24, 12 de una madre y otros 12 de otra. Y eran pudientes, pero al final se lo gastaron todo en fiestas". "Hombre, teniendo 24 hijos tenían que ser pudientes", le digo extrañada. "Si, pero ya te digo, que se lo gastaron todo, porque no les gustaba trabajar, solo las fiestas". Entonces, antes de llegar a Plaza Nueva la mujer se levanta, me mira y me dice: "Bueno miarma, pues así hablando se me ha olvidado lo 'estresaíta' que estaba hoy. Feliz Navidad y a ver si en 2015 se van menos de putas y nos suben ya la pensión".

Así que mi conclusión de todo esto, además de que puedo estar más o menos de acuerdo en lo del dinero invertido en sitios de lucecitas, es que hay muchísima gente por ahí con muchísimas ganas de contar cosas sin tener a quién contárselas. Y eso me ha dado un poco de pena, aunque no fuera el caso de esta mujer, que la verdad es que no tenía pinta de andar muy sola por la vida, pero si es la realidad para muchas personas mayores y no tan mayores. Y no porque sea Navidad es más triste, porque no dejan de ser unos días más. En fin, yo encantada, porque si hay algo que me gusta más que hablar, que me gusta bastante, es escuchar y, si encima es a personas así que podrían arreglar el mundo en dos minutos, más todavía.

jueves, 11 de diciembre de 2014

Amores imperfectos

La verdad es que es una auténtica tontería hacer una cursi reflexión sobre el amor y no es lo que pretendo. Lo que pasa que después de leer mil libros sobre historias malas y ver películas con argumentos imposibles, echo en falta que, en algún momento, alguien sea capaz de reflejar un amor normal. Por lo menos lo que yo entiendo por amor normal no es un laberinto de infortunios, un amor imposible, una lucha de familias o de poder, una lucha de clases... No creo que el amor sea enfrentarse contra el destino, todo lo contrario, imagino que el amor es el destino.

Aunque cabe la posibilidad de que yo esté equivocada y que mi relación sea un asco. Porque, después de 8 años y pico, sigo siendo la misma niña cursi con las mismas ganas de que vayan a recogerla. Quizás porque mis peleas, a veces, ni siquiera se puedan calificar como peleas o porque sabemos ya cuando nos tenemos que mandar a paseo el uno al otro. Puede ser que no esté enamorada o que no sepa lo que es querer porque no vaya por ahí aireando las veces que me peleo y me reconcilio. Quizás no sea amor del bueno porque no hemos tenido una crisis cada año o cada vez que alguien me ha preguntado, da igual cuánto tiempo lleváramos, siempre era años de crisis que nunca terminaban de llegar. Porque la distancia iba a tener consecuencias y las seguimos esperando. Porque nuestras familias no son opuestas, no pertenecemos a mundos diferentes y no hemos luchado contra ningún obstáculo. Porque no tenemos heridas salidas de guerras entre nosotros mismos. Porque lo poco que podemos echarnos en cara lo hemos utilizado ya tantas veces que ha perdido todo su sentido.

A lo mejor el hecho de seguir riéndonos juntos, de seguir queriendo crecer de la mano, de seguir apoyándonos o de seguir igual de bien que el primer día no es lo normal. Lo ideal hubiera sido que, después de 8 años, hubiéramos tenido miles de broncas y reconciliaciones, ceses temporales de la relación, que hubiéramos luchado contra el pasado de cada uno... Pero la verdad está muy lejos de eso.

Yo no buscaba a mi alma gemela y no me interesa encontrarla la verdad. Somos tan diferentes que pocas veces estamos de acuerdo en algo, pero por lo menos tenemos la certeza de que, cuando ambos pensamos lo mismo, es que eso que pensamos no tiene más remedio que ser lo acertado.

Hay gente que habla del amor y no tiene en cuenta la felicidad. El amor no es tan complicado, ni mucho menos. No hay que sufrir para obtener beneficios. Parece que es más extraño ver como dos personas pasan los años y son capaces de seguir ahí, enamorados y queriéndose casi igual que el primer día. Y digo casi igual porque yo no quiero ahora como el primer día. Se fueron los miedos, las inseguridades, los nervios... Si no se hubiera ido todo eso, ahora mismo no estaría queriendo de una manera sana. No creo que el amor sea un "tú y yo contra el mundo", es más bien "tú y yo sin más".

Si él hubiera sido un rico con gustos extraños por habitaciones raras o un pobrecito que no tuviera donde caerse muerto y yo la rica, no creo que la cosa hubiera ido mejor de lo que va. Porque el decir que me va "como siempre" no quiere decir que haya caído en la rutina. Creo que las cosas planeadas, al final, se caen por su propio peso.

Soy consciente de que, algún día, puede cambiar todo. Que uno se dé cuenta de que ya no es lo mismo y de que es hora de cambiar. Está claro que esto no es un "voy a estar contigo toda mi vida porque ahora somos muy felices", ahora soy muy feliz y espero serlo durante mucho tiempo y mira, si se acaba mañana, pues no pasa nada. Creo que es mejor tener el recuerdo de una bonita relación, que de una relación tormentosa llena de miedos y mierdas.

También es verdad que habrá quien lea esto y piense que qué hago yo opinando sobre el amor. Pero ya sabéis, me da igual. Me da igual porque no creo que todo el mundo tenga que quererse igual, pero el respeto es el respeto, aunque ese es otro tema. Admiro la valentía de aquellos que luchan porque el amor no se vaya. De aquellos que, después de una vida común necesitan demostrarse a sí mismos que ha merecido la pena y que no se puede acabar. Pero uno sabe cuándo no está enamorado. Lo sabe en el mismo momento en el que se lo pregunta. Y luchar en contra es poco productivo.

El amor va cambiando y a veces, no cambiamos con él. Unas veces uno cambia más rápido o más lento, otras veces, se toman diferentes direcciones. Dejar de amar no es dejar de querer, de ahí que haya tanta confusión. La baronesa Dudevant, bajo el seudónimo de George Sand, decía que "el amor sin admiración, solo es amistad". Pero a veces no es solo admirar a la persona que tienes al lado. Ni es buscar a alguien que te complemente, eso es una tontería. Cuando llega la persona llega y punto. Quizás estaba aquí al lado y quizás esté aún en algún lugar el mundo. Es posible que algunos vayan a buscar el amor y otros lo encuentren un día cualquiera. Y puede que haya quien encuentre a la persona adecuada a los 12 años y esté con ella hasta los 90. Creo que la cuestión es no planear y no adornar demasiado el escaparate. Porque lo que vean los otros da igual, lo importante es lo que haya de puertas para adentro.

La verdad es que yo en mi casa, sin ir más lejos, vi mucho amor. Y quizás el amor para otros no sea ir montados en una Vespa o buscar cualquier momento para compartirlo. Esperar en el sofá a que se abra la puerta todas las noches o ver una jubilación en Constantina como un plan perfecto. Ojalá consiguiera yo la mitad sin proponérmelo. Porque aún sin él, sigue aquí su amor. Y eso es perfecto. Cómo te puede llenar tanto una persona que, años después de haberse ido, tienes todavía recuerdos y cosas que hacen que siga el amor ahí. Cartas, vídeos, fotos. Si él hubiera sido un cabrón, mi madre hubiera celebrado su muerte como alguna que otra amiga a la que ella misma ha ido a consolar jaja. Por eso mismo, esperar a la antigua a que tu marido o tu mujer se muera para empezar a vivir.... Anda hombre, que solo hay una vida (que sepamos).

Así que me declaro totalmente fan de los amores no planeados, de los amores de improvisto que duran años. De esos amores que duran meses pero son tan intensos que merecen la pena. De esos amores que se encuentran y se vuelven a encontrar. De esos amores que nos hacen felices. De esos amores fáciles, que no necesitan terapias. De esos amores que no se hacen daño, que no se controlan, que no se persiguen. De esos amores que hacen que el de al lado se muera de envidia. De esos amores que no son de pega. A la mierda los escaparates, a la mierda los estereotipos, a la mierda las historias imposibles y lo que piensen los demás.



jueves, 4 de diciembre de 2014

De vuelta, para quien le interese :P!

Podemos ser mejores si, en lo más profundo de nuestro ser, nos sentimos mejores. Puede que el triunfo sea cuestión de autoconvencerse de que uno puede hacer lo que se proponga. Nunca he sido partidaria de que regalarle los oídos a alguien sea productivo, aunque haya habido momentos en mi vida en los que he tenido que sufrir que alguien venga a decirme algo que, a lo mejor, cree que me hace bien. Quien sube, tiene que tener claro que el golpe va a ir siendo más duro a medida que se gana distancia con el suelo. Y no es que haya subido nunca más de un palmo del suelo, pero quizás, si me hubiera creído la mitad de la mitad de lo que me han dicho, solo por pensar que puedo ser la sombra de alguien, ahora mismo no podría respirar casi al ver la realidad. Las cosas hay que demostrarlas, sin más. Y, como es el caso, si no hay nada que demostrar o no se puede demostrar más, pues hay que cambiar el rumbo. 

Nadie dijo que fuera fácil, pero tampoco es cuestión de andar por ahí lamentándose, cuando hay personas muchísimo peor que uno mismo. Esta bien eso de darse el gusto de lamentarse y volverse a lamentar, pero no sirve absolutamente de nada. Ya habrá oportunidades y sino, se seguirán buscando. Y como puedo permitirme el lujo de, después de más de un año sin escribir aquí, diré que he hecho o han hecho por mí lo que siempre había dicho que jamás haría. Y ahora, visto desde este momento de mi vida jaja, no lo veo tan mal como pensaba que era, y no pasa nada. Eso no me hace peor ni mejor, simplemente son cosas que pasan y prefiero no pensarlo mucho más. Si quiero ser yo misma tendré que aceptar que dentro de quien soy, hay otros factores que hace que otros puedan pensar que soy de una u otra manera. A pesar de todo, cada uno lleva una mochila y yo no tengo por qué sentirme mal por la que me ha tocado, todo lo contrario. 

Y dejando claro eso, que supongo que quien más me conoce sabe a lo que me refiero, diré que me da pena, muchísima pena ver lo que estoy viendo. Tanto en la carrera como en el máster, me he encontrado a personas que, simplemente, nacieron periodistas. Y sé cómo está el mundo de la comunicación y sé que cada uno, al final, hace lo que puede. Pero eso no me quita del todo la pena de ver como se está desaprovechando tanto talento. Porque hay gente entregada, gente que, cuando de escribir se trata, son capaces de escribir cualquier cosa y emocionar al que sea. Porque incluso, sin hablar, están diciendo muchas cosas. Creo que es importante dejar claro que no es que esté vendiendo a ningún coleguita ni nada por el estilo. Lo que quiero decir es que me he cruzado con personas que ni siquiera han podido demostrar todo lo periodistas que podrían llegar a ser. 

Y puede que me esté echando piedras sobre mi propio tejado, pero siempre he sido muy realista. He leído muchos libros que sé que jamás podría escribir. He leído muchos artículos que jamás podría alcanzar. Y he leído entradas en blogs de "nadie" con un nivel que sé que nunca tendré. Que aunque fueran de temáticas que no tienen nada que ver con mis preferencias, he devorado sin pestañear. Y me he emocionado con entradas salidas de lo más profundo del alma del que escribe. Hay muchos fulanitos y muchas menganitas que nos estamos perdiendo creyendo que está todo escrito quizás o porque no salen en ningún sitio. Yo creo que es de justicia que nos pongamos a escribir y que, de igual manera, nos pongamos a leer. Porque quien menos nos esperamos, nos puede sorprender. 

Y ya no se trata de un "me gustaría escribir como tú", es más bien un "ojalá algún día yo pueda emocionar como tú me has emocionado". Y ese siempre ha sido mi fin, aunque creo que tengo que pasar de esa etapa del dramatismo en el que siempre termino cayendo. Emocionar a quien sea que esté del otro lado, porque ya he aceptado que lo de hablar en público es algo que se me va totalmente de las manos, pero bueno, intentaré mejorarlo de alguna manera.