viernes, 26 de enero de 2007


Se matan los sueños como se mata el silencio cuando se cruzan palabras. Se matan las ilusiones como te mata la vida nada más nacer. Se mueren las emociones como se mueren los días en los que no tienes nada que decir y te sobran palabras. Te mueres poco a poco sin saber ni cómo, ni por qué.
Y ahora todo empieza a ser peor. Y ahora todo se vuelve complicado. Y ahora, ahora no queda nada de lo que antes tenías. Y ahora te acostumbras a estar a sólo. Y si tienes consejos no los puedes decir, y si son soluciones sólo lo son para ti y la vida se pasa y se pasan las metas y se pasa el momento en el que decidiste vivir. Y querías ser alguien y ese alguien no existe, y ansiabas tenerlo todo y ya ese todo se ha dividido, y cuando aspiras a algo tienes temor de poder alcanzarlo porque al perderlo se irá con ello tu propia ilusión.
Y si todo fuera tan fácil las cosas no tendrían sentido. Y si tuviera coraje las cosas valdrían la pena. Y si una vez que lo tengo se cae mi castillo de arena, pensaré que sólo ha sido una ola movida por el viento, tan sólo eso.
¿Y para qué pensar? ¿Para qué soñar?...soñar es como intentar volar sin que salgan las alas, es como amar sin tener sentimientos…soñar es como intentar ser tú mismo sin llegar a serlo.
Y aquí nadie conoce a nadie porque cuando conoces a alguien ya no es la persona que conocías. Y aquí, de nuevo, el miedo nos gana la partida.
El miedo lo tiene todo a su favor, absolutamente todo. Pero lo que nadie sabe es que venciendo al miedo nos vencemos a nosotros mismos, venciendo al miedo nos quedamos a medias, venciendo al miedo nos quedamos más solos de lo que en realidad estamos.
Y yo sigo aquí pensando en cómo eran esos tiempos en los que todo era tan fácil…era tan fácil que desconociéndolo todo éramos más felices de lo que ahora somos.
Y sabiendo y pensando y soñando o incluso amando, somos cobardes. Cobardes por no arriesgar por todo, cobardes al pensar que hay tiempo para todo, cobardes al admitir que somos felices cuando en realidad no lo somos. ¿Y qué es la felicidad? Para mi gusto es una mentira. Es como el cuento de nunca acabar…si lo tienes todo, eres feliz…¿Y cuándo lo tenemos todo?...Sólo puede presumir de tenerlo todo la persona que no quiere más de lo que tiene porque con lo que tiene le basta. La persona que sabe que si ha llegado a donde ha llegado no tiene porque superarse más. La persona que se levanta todos los días con una sonrisa en su cara pensando que no quiere despertar de ese eterno sueño al que con orgullo puede llamar vida.
Y valiente es aquel que no teme morir, ni amar, ni aconsejar, ni decir las cosas claras cuando es evidente lo que está pasando. Y valiente es aquel que reconoce sus errores sin llegar a pensar que está equivocado, y valiente también es ese otro que se agarra a un palo ardiendo para sacar a adelante a los suyos.
Y cuando ves que no puedes hacer nada más, has perdido. Cuando no te quedan fuerzas para mantener tus propios pensamientos o para sostener tus sentimientos; te han vencido. Y cuando tu felicidad incluye a personas que no son felices, te has vendido.
Te has vendido a la sociedad, a la gente. Sí, te has vendido a esa clase de gente que nunca tiene nada que decir porque sabe que diga lo que diga, da igual. A esa gente que cuando tiene un momento deja de mirarse el ombligo y decide actuar.
El tiempo es demasiado valioso como para perderlo con la persona equivocada, y los sentimientos son demasiado valiosos como para ofrecérselos a la persona equivocada.
Y la muerte, no es más que el punto final que te pone la vida aunque tu novela no esté terminada.

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